martes, 19 de enero de 2016

Que crezcan girasoles incluso en los

Que crezcan girasoles incluso en los lugares más tristes, como por ejemplo en mi seno izquierdo.

Que llueva como he llovido sobre tu desierto, que es ahora parte de mi oceano,

y que los árboles rompan con sus raíces el firmamento.

Tengo la sensación de poder transformar el espacio cuando llevo mis manos a tu espalda, cuando me besas con esa dulzura loca y me miras con el fuego que desato en tus entrañas, cuando me proclamo tuya, tuya, tuya y viajamos como un sólo ser en una gota de agua.

Cariño, tal vez tú me quieres por lo pequeña que es la ciudad pero yo te amo por lo grande que es el mundo y porque en ti encontré un hogar, porque cuando te miro con el cabello cayéndote sobre el rostro, como de tu frente cae sudor sobre mi cuerpo; tus labios entreabiertos dejan a la vista tus pequeños dientes, tus ojos no están simplemente cerrados, sino que están abiertos a otra galaxia, lo sé por la manera en la que me miras después de que toco tus labios con la punta de la lengua, como si creyeses que pertenecemos a otro planeta;

y me asombro de existir,

de que existas,

conmigo,

de la dicha tan grande que es coexistir.

Te adoro infinitamente por enseñarme, guiarme y protegerme, por cuidarme como a una planta y por mis átomos que danzan el canto de tu ave azul como los átomos tuyos danzan el canto de la mía.

Te reconozco al tocarte, estabas conmigo a la hora del Big Bang.