lunes, 12 de enero de 2015

Se acabó la tinta.

Él dijo: Necesito que trabajes, pequeña, necesito que escribas otro puto poema, al menos.
Yo dije: Sí, seguro. Necesito respirar otra cosa que no sea el humo de tus puros, ¿sabes?
Él dijo: No hay tiempo. Usa tu imaginación.
Yo dije: Ya ni siquiera las drogas me sirven.
Él dijo: No eres buena en esto, pero eres peor en todo lo demás.
Yo dije: Bien, usaré mi imaginación.
Él dijo: Fantástico. Ponte a eso, escribe sobre Madrid.

Yo dije: Se acabó la tinta.
Él dijo: Puta. Ruego el día en que te vea vestida de blanco, frente a un cura, con un hombre repulsivo a tu lado, y unas cuantas personas, apretadas en una pequeña capilla, fingiendo que les importa lo que sea que decidas hacer con tu miserable vida. Fingiendo que no van a lamentarse de ti, y del penoso incidente de bajas ventas de tu libro de poemas basura en Europa. Ya he visto tu futuro, pequeña: tu marido elegirá el color de tus bragas hasta su muerte. Llorará gimiendo que te necesita, pero va a abandonarte. Una y otra, y otra, y otra...
Yo dije: No se acabó, sólo se atascó la máquina. Lo he arreglado.
Él dijo: Puta.

Me es imposible visualizarme con un vestido blanco,
y toda esa mierda.
No puedo pensar si quiera en alguien eligiendo el color de mis bragas,
desde el día de nuestra boda, hasta el día de su muerte.

Pero

puedo verme en su funeral, sonriendo,
y llorando.
Soy linda cuando lloro
usando un bonito vestido negro,
con lunares rojos.


lunes, 5 de enero de 2015

Monstruo incendiario, Monstruo cinerario.

Ardo,
como el frío en vuestras rodillas, 
como el sol en mi cama,
cuando me arrodillo a suplicarle perdón a quien quiera que sea.

Ardo, como la olvidada 
y vieja estación,
que arde, 
de olvido.

Ardo, y pareciera
que es para seguir
regalando una bonita escena.

Habéis llegado a la
puta conclusión de que soy
como uno de esos cigarrillos baratos,
que se apagan casi siempre a la mitad,
si uno le golpetea para retirar la ceniza,
con aparente fuerza, ¿eh?

He besado tantas veces vuestras manos,
que les he dejado huecos.
Y no, no son huecos que sólo mis
desgastados labios puedan llenar.Por que no, esto no es una canción de amor.

¿Has visto alguna vez cómo arde la hierba seca?
Arde como si fuese su naturaleza. 

Me culpáis,
por mis pupilas,
puertas
al infierno.

Monstruo incendiario,
Monstruo cinerario, 
me llamáis.

He pensado en todas las noches
que habéis llorado en mi cama, 
mientras yo duermo.

Y en cómo os habéis marchado fuera
de mí, con fuego debajo de los pies.
Y cenizas entre los dedos de las manos.

He visto arder aquello a lo que consideré un hogar.
Todos los días parecen ser domingo 
desde entonces.