domingo, 10 de noviembre de 2013

Oniria busca con quién sentarse en la cornisa a coger asteroides con la lengua.
Con dedos fríos, Reum se ofrece como numen.
Advierte sobre su miedo a los trenes, y escatima en detalles...
Se limita a abrazarse a las entrañas, con fuerza, y a temblar como si no hiciese frío.
Le va bien hallarle forma de nihilo a las nubes. No sabe jugar a la rayuela.
Tiene que agacharse para que las ramas de los árboles no le den en el rostro.
Oniria asiente despacio y se lleva una plantita a la boca.



¿Te acuerdas de la primera vez que nos conocimos?
Yo me había ido a París en una embarcación mediocre .. Cuando te conté porqué, me miraste como si fuese un gatito. 
"Eres como un gatito. -me dijiste - Un gatito muy tonto."
Con las manos frías en la baranda me doblaba lo más que podía. Me llenaba de un vapor cortado (o algo parecido) que flotaba sobre el agua... Daba la sensación de que en cualquier momento desaparecería, pero sólo daba la sensación y ya. 
Me dolía el cuerpo entero, como si me hubiesen cortado con pequeñas cuchillas para luego untarme sal en vez de cualquier otra cosa. Todo bajo propósito.
Te acordarás... Hacía un frío del carajo y yo que nada más vestía una polera con el logo de una banda terriblemente desgastada, (la polera... y la banda por igual) debajo llevaba un vestido negro que a causa del sol se había vuelto gris. Eso y botas negras, desgastadas también.
Te reías diciendo que cualquiera me habría tomado por suicida.
A mí eso no me causaba tanta gracia. 
"Lo cierto es que he venido a París a suicidarme.", te decía mientras dejaba la piruleta sobre la mesa para coger el cigarrillo casi muerto del cenicero... y te echabas a reír.
...Terminaba riéndome también.
Nuestras risas se vivían por toda la pieza. Iban extendiéndose, metiéndose entre los rincones, batiéndose con el humo y con el frío, levantando a las hojitas del suelo, rompiéndolo todo, ahogándose en los charcos de alcohol que dejabas, creciéndose, esas cosas... hasta convertirse en gañidos
Luego a los dos nos daba por llorar. 
Quién sabe a qué hayas ido tú a París. Nunca me contaste... quizá porque nunca te lo pedí. No sé.

-Tú y yo no somos de aquí, no hay más.
-¿Pero qué dices? ¿De dónde vamos a ser entonces?
-No sé, pero de aquí no.
-¿Crees que alguien nos encontrará?   
-...  

   
Reum busca con quién echarse en la azotea, a rayar nubes con dedos fríos.
Oniria no dice nada. Comienza a subir la escalerilla de metal, nada más.
Reum enciende un cigarrillo y asiente.